Miguel Ángel de la Guarda
02/04/2013

Por Manuel Borrego

Los que hemos sufrido en años pasados esta UD Las Palmas debemos saber valorar el trabajo del actual consejo de administración y de su amplio equipo de profesionales, los que han cambiado el verso a un club que está ahora al otro lado de las noticias. El de antes de la era actual, sonrojaba: Aparecía una jeringuilla en Vallecas y ahí estaba el nombre de la UD Las Palmas. Hallaban un pasaporte de una portuguesa fallecida en manos de un brasileño ... la UD Las Palmas también. Un jugador fichado como refuerzo con un curriculum inventado; Las Palmas, pues. Siempre ahí, en el lado de la polémica y con una afición que asistía dolorida al castigo mediático a todos los niveles.

Pero ahora, no. La UD Las Palmas de la era Ramírez es valorada por la propia Liga Profesional como un ejemplo de gestión, que juega con las cartas boca arriba, que es fiel a sus cuentas de ingresos y gastos, que no se refuerza con jugadores a los que no puede engañar porque no alcanza a cubrir cantidades que otros dicen disponer. Que tira de cantera con crédito y ahora aspira a ser candidato a la Primera División sin renunciar a un principio: ser honesta ante su afición y proteger sus intereses.

La medida adoptada este martes denunciando al Guadalajara por alineación indebida -presunción, claro está- se ajusta a lo que la UD Las Palmas quiere y pretende en el fútbol español: una competición igual para todos. Nos ha sorprendido el rigor y el sigilo en la ejecución del recurso mientras quedamos todos en espera de lo que resuelvan los diferentes comités. Las Palmas no ha actuado por impulso porque antes de viajar a Madrid con los documentos realizó consultas. Ha leído bien la letra pequeña y el reglamento es claro, de ahí la decisión adoptada.

Pero más allá de los acontecimientos que se desencadenen, hay un hecho ratificado que debemos resaltar. La UD Las Palmas disfruta de un presidente rodeado por su consejo de administración y asesores siempre activos; y un equipo profesional que trabaja en pos de un objetivo. La afición grancanaria puede dormir tranquila porque, después de años inciertos, el equipo tiene su propio Ángel de la Guarda.

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