Si tuviéramos que valorar los aspectos que han sido determinantes en el nuevo éxito copero de la Unión Deportiva Las Palmas, dos creemos que han sido fundamentales a la hora de conseguirlo: disciplina y sacrificio.

Disciplina porque en todo momento cada uno de los jugadores que dirige Sergio Lobera tenía perfectamente aprendido el guión que debía seguir para desbaratar los planes del otrora entrenador de Las Palmas Paco Jémez. Sacrificio, porque se luchó ante un rival de categoría superior sin que esa diferencia se hiciera palpable en 180 minutos de juego, demostrándose una vez más que el espíritu de superación puede derribar montañas...

Contra el Rayo en ningún momento vimos a aquel plantel timorato, desencajado que era el amarillo a principios del campeonato (ya no quedan restos). El control ejercido en todo momento prácticamente no dio opciones a los madrileños, quienes vieron como un equipo de segunda daba con sus huesos fuera de la competición del ko. Las Palmas fue superior en el cómputo global de la eliminatoria, incluso a pesar de la expulsión nuevamente del portero rayista, protagonista por la misma circunstancia en el encuentro del estadio de Gran Canaria.

Los amarillos no se limitaron a verlas venir. Conocedores de su potencial ofensivo atenazaban la salida de los locales, ganándose su respeto y dejando muestras de poder resolver el partido en cualquier momento, situando la espada de Damocles sobre un rival maniatado y sin recursos, aunque alguna decisión arbitral les pudiera haber perjudicado.

Ahora el Betis, un nuevo equipo de primera que pasará por el recinto deportivo de Siete Palmas con viejos conocidos en sus filas y que al aficionado le traerá recuerdos de una época dorada que aún pervive en las mentes de los más veteranos y en la añoranza de los más jóvenes deseosos de vivirla en sus carnes para poder contar que también fueron testigos de grandes gestas con dos colores de referencia: azul y amarillo...