"Le hemos colocado una bufandita de su Unión Deportiva" en el Hospital "por si despierta que vea algo bonito y reconocible" afirma el hijo del fiel aficionado amarillo, Guillermo Ramos
Nuestro amable lector, José Carlos Ramos, se pone en contacto con la redacción de Tinta Amarilla.es para comunicarnos que su padre, Guillermo Ramos, protagonista la pasada temporada de una de las emotivas historias de nuestra web en la campaña de abonados de la UD las Palmas, se encuentra hospitalizado desde la víspera del encuentro frente al CD Lugo, sin poder todavía asistir, en consecuencia, a la nueva temporada del equipillo.
Sus familiares han tenido un gesto que realmente llega a nuestra sensibilidad porque, relata José Carlos Ramos, "sus nietos y yo mismo hemos decidido ponerle una bufandita de su Unión Deportiva en lo alto del soporte del box donde se encuentra, más que nada por si tiene a bien despertarse que vea algo bonito y reconocible en ese entorno lleno de aparatos, tubos y cachibaches".
Prosigue José Carlos comentando que "él, como todos los años, estaba ilusionado en esta nueva temporada y a pesar de nuestra negativa, su propósito era seguir conduciendo él su propio coche cada quince dias a sus 82 años desde La Aldea hasta Las Palmas de Gran Canaria, para gozar y sufrir con sus colores, el azul y amariilo. Todos sus hijos, nietos y amigos aldeanos estamos haciendo fuerza para que se recupere y (...) su asiento en Tribuna seguirá reservado hasta su regreso o hasta su definitiva partida".
Ni una coma que añadir a las palabras de José Carlos.
El reportaje a Guillermo Ramos, el 29 de julio de 2011
El aldeano recuerda sus peripecias para viajar hasta la capital como aficionado de la UD Las Palmas. Su primer encuentro en las gradas fue en 1950 contra el Mestalla y hoy, a los 81 años de edad, vuelve a sellar su abono de Tribuna. "Estoy deseando que la Liga comience para ver a esos nuevos jugadores de los que tanto hablan"
La primera vez que Guillermo Ramos (La Aldea de San Nicolás, 5 de julio de 1930) abandonó su pueblo natal fue a los doce años de edad. Recorrió seis horas a pie el Andén Verde para llegar a Agaete y, desde allí, se desplazó hasta Santa María de Guía en coche de hora. "Iba de visita a casa de unos familiares. La carretera era de tierra, muy dura. Este viaje lo hice un par de veces más porque era agotador. No tenía otro transporte. Había que pensárselo bien cada vez que teníamos que salir de La Aldea". Hoy, recién celebrado su ochenta y un cumpleaños, viaja de nuevo desde su casa aldeana para cumplir con una pasión personal: la UD Las Palmas. Lo hizo en su vehículo particular, en solitario, para acudir luego acompañado por su hijo José Carlos y la nieta Irene -residentes en la capital- porque tenían que cumplir el ritual de sellar su fidelidad anual con el equipo amarillo.
Guillermo tiene una lucidez juvenil. Recuerda con soltura fechas, datos, hechos o anécdotas que a largo de estos años ha vivido como simpatizante de la UD Las Palmas. "Oiga, apunte bien: el primer partido que presencié en el Estadio Insular fue contra el Mestalla, en Segunda División, en la temporada 1950-51. Ganamos 2-0", añade con certeza el marcador de aquel encuentro del 17 de septiembre de 1950. "Me gustó tanto que me enganché al equipo. Así que puedo decir que fui una de los privilegiados que disfrutamos hace sesenta años el ascenso contra el Málaga (conmemorado el 8 de julio pasado). Estaba en la Grada Curva", precisa el aficionado octogenario. "Fue un gran espectáculo, mi primera alegría deportiva. Acudí al encuentro porque estaba haciendo la mili en Gando, en aviación. Por cierto, allí coincidí con Joaquín Peña, el futbolista. Sólo le vi una vez en el cuartel, el día que ingresamos".
VICTORISTA POR REFERENCIAS
La vida en aquella población del Oeste de Gran Canaria era dura. A los quince años comenzó Guillermo a trabajar "de sol a sol. Lo hice en los almacenes de recolecta y también como administrativo hasta los sesenta y cinco años de edad". Fue portero en la etapa escolar pero luego no practicó el fútbol. El deporte que presenció en su infancia lo protagonizaban dos equipos: "En La Aldea teníamos nuestro propio derbi. Era como un Las Palmas-Tenerife cuando se enfrentaban el Imperial y el Juventud, eternos rivales. Los partidos importantes se organizaban con motivo de las fiestas del Pino y con las del patrón San Nicolás".
Las noticias que llegaban hasta su pueblo se producían en 'diferido', a través de los periódicos que se distribuían con días de desfase. "Me entusiasmaba el fútbol. Antes de la fundación de la UD Las Palmas, en 1949, yo era simpatizante del Victoria sin verle nunca jugar. Y admiraba a Alfonso Silva sin haber disfrutado de su juego. Era una época complicada porque venir a Las Palmas suponía un esfuerzo enorme para personas que, como yo, trabajábamos seis días a la semana. Por fortuna luego pude ver a Silva y a Manolo Torres, cuando nos visitaron o cuando fueron amarillos".
También hubo una primera vez en los desplazamientos a la Península para don Guillermo. "Mi primer viaje fue a Madrid, a la final de la Copa del Rey de 1978 contra el Barcelona. Luego he estado en algunos otros sitios siguiendo al equipo". El aficionado aldeano es abonado desde que la UD Las Palmas ofreció esta modalidad conjunta de venta de localidades. "He visto a Las Palmas en todas las etapas desde su fundación. Para mí, el mejor fútbol lo ofrecieron los diablillos amarillos. Guedes, Germán, Tonono, León, .. aquella generación nos hizo disfrutar y sentirnos orgullosos de la Unión Deportiva". Considera de igual forma a Molowny como el mejor técnico y a "Wolff, Brindisi y Morete los extranjeros más brillantes que tuvimos. El Turu también me gustó".
JONATHAN VIERA Y VITOLO
Guillermo Ramos no acude en solitario al fútbol. Le acompaña su esposa Dolores González, a quien también le ha renovado el abono de la Grada de Tribuna. Ella ha compartido algunas de sus peripecias personales para venir hasta la capital. "Hubo una época en que viajábamos en la parte superior de los camiones para salir o volver a La Aldea. Era el transporte de la fruta o del tomate", añade. "En otra ocasión, al intentar ayudar a un hombre al que se le había roto el coche en el camino, se provocó el incendio del vehículo. Nos llevamos un gran susto. El fútbol nos ha hecho perder muchas horas en la carretera" afirma un espectador que se siente más identificado con el Estadio Insular. "Ese sí era un ambiente propio de un campo de fútbol. El Gran Canaria es más frío y distante para nosotros".
El hincha aldeano desea volver a ver a la UD en Primera División. "Este proyecto con tantos chicos canarios me encanta mucho. Hay que recordarle a la directiva que Las Palmas fue un equipo grande con los futbolistas de la tierra. ¿Quién me gusta?. ¡Hombre!. Yo soy de los clásicos: Jonathan Viera y Vitolo. Ahí hay mucha clase", sentencia.
Tres hijos, siete nietos y una vitalidad que vence cualquier gesto de pesimismo. "Ya tengo ganas que empiece la Liga para ver a esos nuevos jugadores de los que tanto hablan", culmina.