
El colegio Alejandro Hernández mostró doce tarjetas amarillas y una roja en un encuentro con poco fútbol y muchas interrupciones
Como ya ocurriera en el choque del Heliodoro 0-0, las brusquedades de los jugadores del CD Tenerife -el arma para frenar el juego combinativo de la UD Las Palmas- puso una vez más en peligro la integridad de algunos futbolistas en este doble enfrentamiento. El colegiado lanzaroteño Alejandro Hernández, que será debutante en Primera División la próxima temporada (Zaragoza-Valladolid, en la jornada inaugural), trató de abortarlo desde la primera entrada a David González, sancionada con tarjeta. Pero no logró finalmente el objetivo porque a media que avanzó el partido los protagonistas dejaron de colaborar con él para realizar entradas en algunos casos escalofriantes.
Nauzet Alemán, agotado de este abuso, se tomó la justicia por su mano en el segundo tiempo, cuando pudo incluso recibir tarjeta roja al revolverse ante Zambrano. Este rigor defensivo, a veces extralimitado, permitió al CD Tenerife aguantar 178 sin encajar un gol. O, al menos, le ayudó a ello hasta que Amado cometió un penalti involuntario al tocar con la mano un cabezazo de Nauzet Alemán. El gol de Sergio Suárez zanjó la posibilidad que la Copa se decidiera desde el punto de penalti de haberse firmado otro empate sin goles, ya que la prórroga no estaba prevista en sus normas de competición.
La escena final del encuentro, no obstante, traicionaba todo lo acontecido con anterioridad porque reinó la deportividad entre todos los jugadores. La pasada temporada el derbi se saldó caro para la UD Las Palmas, por la lesión por rotura de los huesos propios de la nariz de Diego Herner. Este año, sin embargo, sólo algún enfado,