Apenas hubo un instante para darle una mordida al bocadillo. Los noventa (y tantos) minutos entre la UD Las Palmas y la UD Almería resultaron intensos y explosivos; dominados por un equipo que quería ganar -el canario- y otro que sacaba el guante para dar golpes brutales -el andaluz- desde una posición más conservadora. Las Palmas enarboló este sábado la bandera de la ambición coqueteando con una victoria que le habría impulsado un poco más arriba, pero también sintiendo el riesgo de una derrota que estuvo a punto de fraguarse en dos ocasiones. La evitaron dos testarazos de Javi Guerrero y David González; la puso en peligro el estado de gracia del argentino Leo Ulloa que es el Rey Midas de la vigente temporada: convierte en gol todo lo que se acerca a sus botas.

Pero si hubo un conjunto que mereció ganar todo el botín ese fue el grancanario. A través de la paciencia y su buen criterio en la distribución del balón, los jugadores de Juan Manuel generaron un buen puñado de jugadas de ‘tuya mía' en el campo rival, donde el Almería se defendía a base de acumulación de efectivos y se obsesionaba en cerrar todas las puertas en dirección al veterano Estaban.

Las Palmas tuvo buen criterio, profundidad por las bandas e, incluso, serenidad para encontrar las grietas en la sólida muralla visitante. Pero no aportó precisión en el remate, que le habría proporcionado el éxito en la contienda.

Su negocio tenía mal porvenir con tan avaro adversario, que puso la palma para recoger todo lo que el destino pudiera enviarle, que fue mucho. Ocurrió en dos oportunidades, en sendos fallos defensivos locales. Y en ambas ocasiones apareció el oportunista Ulloa para ponerle el sello del gol. El 0-1 lo marcó en frío, nada más iniciarse la segunda parte, con un testarazo cercano incrustándose entre los dos centrales amarillos que no se entendieron en su marcaje. Y el 1-2 se produjo después de una galopada y centro de Goitom, cuyo balón pasó entre dos indecisos: David García y Barbosa. Pero la varita mágica tocó de nuevo el hombro del ariete, que aprovechó el regalo grancanario.

Pese a todo, Las Palmas fue un rival irreductible, espoleado también por un graderío que paladeó su buen fútbol. Los goles de Javi Guerrero para el 1-1 y de David García en el 2-2 alimentaron la esperanza de una victoria que se peleó hasta el aliento final de un encuentro que no marca una temporada, pero aviva la sensación de que los amarillos pueden estar en condiciones de pelear su destino hasta el final. Y es que queda mucho que rezar todavía como para pensar que esta misa ya está cantada.