Guerrero, Momo y Vitolo ponen patas arriba a los celestes y echan carburante a la ilusión grancanaria en el tramo final del campeonato
La evolución de la UD Las Palmas como equipo es constante e incrementa la ilusión a medida que avanzan las jornadas. Este sábado ha dado un salto de calidad al enlazar su tercera victoria consecutiva en el campeonato y darle un frenazo y hacer derrapar al hasta ahora mejor equipo de la segunda vuelta, el RC Celta de Vigo. El conjunto de Juan Manuel Rodríguez le metió tres velocidades al partido para desarbolar la estructura defensiva celeste, que al cuarto de hora ya había encajado el primer disparo en sus redes. Era sólo el inicio de la oleada teñida de amarillo.
Los grancanarios salieron al campo poseídos por el entusiasmo. Su presión era agobiante y fruto de uno de sus robos Pignol logró combinar con Vitolo para luego cruzar el cuero ante el portero. Pero el gol fue de Guerrero, que estaba con el descabello preparado en una acción protestada por el cuadro visitante al reclamar fuera de juego. El 1-0 daba sentido al trabajo y al buen criterio colectivo de los amarillos, que se introdujeron en la parcela celeste desde el primer momento para no esperar acontecimientos. El Celta se mostró sin embargo como un adversario con personalidad, respondiendo con buen criterio en el despliegue del esférico pero sin encontrar fisuras en los muros escalonados que Las Palmas fue construyendo durante el partido.
Todo estaba de cara. Incluso el efecto psicológico de los sucesos del encuentro. En la última jugada antes del descanso Momo enganchó un libre directo cuyo destino había adivinado el meta visitante. Pero la barrera desvió lo justo el balón para que éste cambiara su trayectoria y acabara de nuevo en las redes. El encuentro no podía estar mejor porque, con 2-0, Las Palmas tenía fuerzas e ideas para desarrollar el juego que más productividad le está generando las últimas jornadas: el contragolpe. O al menos el que con mayor soltura se desenvuelven los amarillos y que les genera dividendos.
El guiño de la fortuna también existió. Dos buenos remates de De Lucas en sendas ocasiones gallegas los besó la carpintería de Barbosa, aunque cierto es que en las réplicas veloces el partido pudo cerrarse con algunos disparos levemente desviados de los delanteros grancanarios. Pero no Vitolo. El '7' está enrachado y tras un tiqui-taca con su socio Viera galopó hasta el área y cruzó el balón frente a Sergio. Sello de victoria y explosión de júbilo en mayor grado.
La algarabía popular era completa. En las gradas se vivía una gran fiesta porque el crédito del proyecto sigue su curso. Todo sabía a reconciliación y viento en popa. Ni siquiera el 3-1, obra del ex amarillo David Rodríguez en una acción de estrategia, enfrió un cálido ambiente con el que se presentan propicias jornadas que invitan al otpimismo. Y es que la tropa de Juan Manuel sigue inmersa en ese tránsido entre lo bonito y lo precioso. Aún hay tiempo para soñar.
El disparo de Momo, en el libre directo, lo desvía la barrera y descoloca al meta Sergio. Era el 2-0 y la fiesta crecía (C. Torres)