Quiroga, David García y Guerrero devuelven a los amarillos a la senda de la victoria ante un filial que ofreció generosos espacios hacia su portero Masip
La UD Las Palmas fabricó una de sus más incisivas actuaciones de las últimas temporadas ante el Barça B. Leyó a la perfección todos los espacios que el filial generaba con su fútbol desenfadado, arrogante y, en casi todas las ocasiones, bisoño. Una y otra vez, desde el pitido inicial hasta el epílogo del encuentro, el balón merodeó las inmediaciones del meta Masip quien firmó una alianza con sus propios reflejos y la falta de precisión de los delanteros amarillos para que el equipo de Eusebio Sacristán no abandonara el Estadio de Gran Canaria con un baúl de goles en su contra. El resultado 3-1 final no hace justicia con exactitud a los méritos acumulados este sábado por los futbolistas grancanarios, que disfrutaron de un plácido encuentro sólo empañado por la nueva lesión del central David García.
Las Palmas le entregó el balón al Barça para presionarle desde las posiciones de sus centrales. A los tres minutos Vitolo ilustró las intenciones grancanarias. Robó el balón a Bartra tras agobiarle con sus movimientos y se dirigió de inmediato hacia el área sin encontrar un rematador. David González, además, se sintió muy cómodo en un partido hecho a su medida. Sin un defensa que le cegara el panorama encontró muchos pasillos para sus compañeros y se obsesionó en el reparto del balón muchas veces realizado al primer contacto.
La avalancha grancanaria tuvo premio precisamente en una jugada que bien podrían haber protagonizado el club azulgrana, al más puro estilo del tiqui-taca. Porque Javier Guerrero, Viera, Ruymán y Quiroga combinaron en una fácil proyección desde la banda izquierda, cerrando la acción el ariete argentino en la boca de gol. Esa primera ventaja grancanaria avivó el riesgo de su oponente, que abandonó posiciones defensivas facilitando con ello los contragolpes locales. Viera y Guerrero tuvieron en el primer periodo sendos cara a cara con Masip, pero no liquidaron el partido. La contundencia azulgrana (curiosa contrariedad) sí la reflejó Jonathan Soriano para firmar el sorprendente empate en una acción brillante de su compañero Tello.
El partido tenía de todo, incluso polémica, porque antes del descanso el colegiado se tragó dos derribos en cada área, ambos con signos inequívocos de penalties. Cronológicamente primero cayó Guerrero, empujado por Balliu en la boca de gol; más tarde Rafinha, con el brazo de David García desplazando al delantero azulgrana. Pero Martínez Munuera se tragó el silbato.
Nada cambió en la segunda parte, que fue un calco en algunos aspectos a la fase anterior. Pero allí Las Palmas ya no perdonó. Definieron la victoria los veteranos del equipo: David García a la salida de un corner botado por Viera, mientras el 3-1 fue obra de Javi Guerrero, tras una acción profunda de Quiroga.
El recital de errores en los últimos metros de los amarillos no cesó hasta el final, indultando a un rival que de la isla se marcha bien servido y con escaso daño para lo que el riesgo descontrolado que asumió.