La presión de los grancanarios encuentra los puntos débiles del Villarreal B y le liquida con goles de Guerrero, Jonathan Viera y Portillo
Francis abrió la primera vía. Nada más comenzar el partido se percató de que los informes recibidos por el cuerpo técnico eran acertados: el Villarreal jugaba a pecho descubierto, bisoño en el ejercicio de la presión y fácil de sorprender con balones profundos. El primero que envió el gemelo acabó en las redes tras carrera de Portillo y remate de Javi Guerrero. La anulación del tanto por fuera de juego no fue más que una tregua de los amarillos grancanarios, que lanzaron una ofensiva en toda regla para encontrar las posiciones débiles de su oponente y elaborar una victoria que le devuelve la tranquilidad. Antes, incluso, se había acariciado la primera ventaja con un lanzamiento del gemelo al poste, de falta directa. Era cuestión de tiempo.
Las Palmas fabricó la victoria en la primera mitad, donde prácticamente selló el choque. Viera, por la izquierda; Francis, en el costado opuesto; con Portillo y Guerrero próximos entre sí e incordiando a los centrales, resultaron suficientes para desmontar a un Villarreal que sólo corría en vertical hacia su portería. Sin embargo las ocasiones isleñas no fraguaron en acciones de tiralíneas, con remates siempre ajustados. Sus dos primeros goles llegaron con movimientos iniciados con una acción de estrategia. Guerrero cabeceó con anticipación un buen centro de córner de Jonathan Viera en el 1-0. Y el mismo Viera hizo diana en un libre directo al borde del área ejecutado con absoluta precisión y potencia.
La goleada pudo fraguarse ya en la primera fase. Además de un lanzamiento al poste de Francis y el gol anulado a Guerrero, Portillo ganó la espalda de los defensores y llegó al área con intención pero sin puntería. No ocurrió así al inicio de la segunda parte, cuando firmó el 0-3. Las Palmas dominaba por completo todas las parcelas del campo. Cuando el balón llegaba hasta su defensa, se refugiaba con orden; cuando cruzaba el ecuador del terreno, lo desplegaba con rapidez y criterio. Parecía que la noche iba a ser más sonrojante para el conjunto filial pero, de repente, la ambición amarilla se serenó. El gol de Llorente no cambió la decoración porque el partido estaba liquidado, pero dejó una sensación de obra incompleta.
El triunfo hay que administrarlo con la serenidad que merece la ocasión. Ni el Villarreal mostró un potencial como para bailar un chotis ni el desarrollo completo del partido es como para creer que se ha recuperado la estabilidad plena. Sí, en cambio, hay nuevos motivos para volver a respirar con tranquilidad porque el equipo de Juan Manuel Rodríguez ha logrado salir de un laberinto encontrándose a sí mismo. Y ese reecuentro es el que le puede hacer prosperar en tan dura travesía.
El cabezazo de Javi Guerrero (14) acaba en las redes del filial. Portillo deja pasar el balón (C. Torres)