Canarios y andaluces extreman sus precauciones defensivas en un encuentro con escasas ocasiones y mucha batalla
Las precauciones defensivas presidieron el empate que UD Las Palmas y Xerez firmaron este sábado en el Estadio de Gran Canaria, un resultado que no necesita revisión para comprender lo ocurrido en el encuentro. Los episodios precedentes de ambos conjuntos fueron pesadas cargas que quizá no les invitó a liberarse fácilmente de sus propios prejuicios. La igualada sin goles pareció el contrato más justo para canarios y andaluces en un partido en el que, sin embargo, hubo dos envíos a los palos (uno en cada portería), una nueva polémica por derribo de Jonathan Viera en el área visitante y ocasiones escasas malogradas de manera solidaria entre ambas delanteras con la pólvora empapada; pero también hubo una gran batalla en la que ninguno resultó vencedor.
Las Palmas ha regresado del doble desplazamiento a Soria y Huelva en un fase de dudas. Juan Manuel había manifestado semanas atrás que "la confianza genera confianza"; en idéntica proporción se podría aplicar el efecto multiplicador de los errores. Las incógnitas se habían acumulado en su retaguardia donde los siete goles encajados en las redes de Barbosa habían reactivado la necesidad de mantener una idea que se había extraviado. En esta parcela el equipo de Juan Manuel Rodríguez logró recuperar ante el Xerez el aroma de bloque ordenado y combativo, peligrando sólo su integridad con dos lanzamientos de faltas directas y en un contragolpe que el meta argentino abortó tras disparo de Tato. Pero en líneas generales, las aguas se han asentado donde el técnico quería, especialmente en el costado derecho donde Roque resultó una gran ayuda para Pignol. Una buena defensa garantizará al equipo el horizonte al menos de la permanencia.
Cuando el balón cruzó el centro del campo, sin embargo, comenzaron los problemas para los amarillos. La inspiración de Jonathan Viera resultó insuficiente, a pesar de que el estilete grancanario no dudó en asumir responsabilidades y buscar la aventura. Fruto de una de sus jugadas llegó el reclamado penalti 23 minutos, que el árbitro no concedió. Pero este detalle, enfado general al margen, pasa de puntillas porque en el partido Las Palmas no mereció mucho más del 0-0. Eligió el contragolpe para arrebatar el protagonismo jerezano en la primera parte. Pero su transición era sombría, predecible y sin finalización. En la segunda parte, en cambio, asumió el dominio del balón pero tampoco encontró vías claras entre la aglomeración de efectivos visitantes.
Ni siquiera los relevos fructificaron para resolver un partido espeso que deja a ambos en idénticas circunstancias a como estaban hace una semana: mirando al cielo esperando una luz que les ilumine. En cualquier caso, un punto más, una jornada menos y medio examen aprobado.