Cuatro minutos de total colapso ofensivo fueron suficientes para que el Gran Canaria se viniera abajo y terminara perdiendo con el todo poderoso Real Madrid (60-68). En esos 240 segundos que transcurrieron desde la vuelta de los vestuarios tras el descanso, el conjunto amarillo vio como los de Pablo Laso ser llevaran el undécimo triunfo de todas sus 19 visitas a la Isla. Los de Pedro Martínez hicieron un sobresaliente trabajo en defensa. Nadie había dejado a los madrileños por debajo de 80 puntos en esta temporada. Pero desperdiciaron sus opciones de sorpresa por su falta de capacidad anotadora.

Mucha defensa y poco ataque. El Gran Canaria se hunde en su desesperación por no encontrar fluidez anotadora en la ACB. Con 64 puntos de promedio, el camino hacia el objetivo mínimo, la permanencia, puede ser muy sufrido; el de cotas mayores, ya es mejor ni estimarlo. Martínez está preocupado en esta tarea; pero ayer, ante el Madrid no era el mejor momento de poner valorar la mejora que pudiera dar su trabajo durante la semana. Los amarillos, aún así, tuvieron oportunidades de poner en entredicho la, en teoría, enorme superioridad de potencial del equipo de Laso.

El Gran Canaria, sin embargo, le ganó la partida de las intenciones al Madrid. Los de Pedro Martínez llevaron el partido a que fuera manejado desde las defensas, con una progresión anotadora paupérrima que hizo que al descanso el marcador firmara las tablas con el 24-24. La primera batalla tenía color amarillo, aunque los visitantes, alentados por la muñeca de Jaycee Carroll -no podía ser más dolorosa el arma empleada- mantenían la cara al partido.

Después llegó el momento que nadie deseaba que llegara. En el inicio del tercer cuarto, el Gran Canaria cambió de imagen. La defensa se emblandeció, los ataques fracasaron con continuidad, a veces en situaciones inverosímiles; y el Madrid aprovechó la debilidad local para hacer un parcial 0-16 que fue imposible de remontar. Y eso, a pesar de que aún en esas circunstancias, y abrumados por los triples de Rudy Fernández, Sergio Rodríguez y Carroll, el Gran Canaria fue capaz de incrementar su presión defensiva; confundir al representante de la Euroliga; y estar a punto de acercarse en el marcador.

Pero en ese momento de máximo valor local, faltó talento para atacar. Con el marcador 53-60, los de Martínez asfixiaron la subida del balón de los blancos; pero en tres acciones consecutivas de robo y contraataque no supieron finiquitar las jugadas; se liaron con el balón en las manos. Y en esas circunstancias el Madrid no perdona; e incluso se alía con la fortuna, como ocurrió con el ‘churrazo' de Rudy Fernández para marcar nuevamente diferencias cada vez más difíciles de salvar ya con el reloj corriendo en contra de los intereses grancanarios. La cuarta derrota no se pudo evitar.

Juan Pedro Borrego