Una jugada ensayada al saque de una falta, culminada por Jonathan Viera, pone la rodilla en tierra a un excelente Valladolid
La UD Las Palmas tumbó a un excelente Valladolid. Y lo hizo practicando el sacrificio en su grado extremo, para defender noventa minutos de una ofensiva ambiciosa pucelana con el producto de sus sesiones a puerta cerrada: la estrategia. Corría el minuto 74 cuando los amarillos, que apenas habían disfrutado de un par de ocasiones a lo largo de la dura batalla, tuvieron una falta en las proximidades del área. Todo salió a la perfección y el Valladolid mordió el anzuelo. David González, no habitual artillero, se unió en el punto de lanzamiento a Jonathan Viera. Pero este abandonó el lugar y entró en solitario en el área tras la maniobra colectiva de despiste. El servicio del nuevo 'diez' grancanario a su compañero fue perfecto y Viera selló la victoria con un tiro ajustado.
En ese momento se concretaba en el marcador la lógica de la Segunda División: fútbol práctico para atacar y rocoso sistema defensivo. Ese lo ofrecía la UD Las Palmas, que defendió con todo tan pequeña renta que le proporcionaba tres puntos dorados. La voluntad defensiva de esta nueva etapa de Juan Manuel preside el juego de un equipo que no se parece a su hermano gemelo de la pasada campaña, el de los 71 tantos en contra. Hay colaboración enlazándose uno tras otros todos los eslabones para que el balón no llegue a la zona de Barbosa y una condición física que le permite mantener el pie en el acelerador hasta el final.
Pero había también en el partido a un adversario con un juego mecanizado, que profundizaba especialmente por la banda izquierda donde Balenziaga se convirtió en mensajero del miedo. El Valladolid coordinaba bien sus ataques, pero sus intentos morían por la predisposición de todos los jugadores canarios. Y, cuando algo fallaba, siempre llegaba una bota amiga para alejar cualquier contratiempo.
Aún sin goles y con contadas ocasiones para amenizar el espectáculo, fue un encuentro muy intenso, de conjuntos que tienen motivos para otear hacia la zona alta de clasificación. El Valladolid pudo marcar en algunos balones cruzados que no encontraron la precisión posterior; en cambio Las Palmas también pudo hacerlo en un derechazo de Portillo o en la reclamación de un claro penalti, por agarrón, al ariete madrileño. No se concedió.
Pero la gloria estaba destinada para Jonathan Viera que, subido en la nube, ponía los pies en tierra firme: "Es que así podemos estar lo más lejos del peligro", comentó tras el partido. Verse en puesto de promoción a estas alturas, no obstante, es un gran motivo de regocijo porque, además, es hijo de un trabajo condimentado por la coherencia.
Manuel Borrego