Por Higinio Medina
Al finalizar el partido entre el Celta y la Unión Deportiva Las Palmas, un gesto, no por lo habitual cuando se gana, sino por las connotaciones que de él se podrían sacar nos llamó poderosamente la atención y que no deja dudas en cuanto a la cohesión del equipo como tal.
Al finalizar el partido como decíamos, pudimos contemplar a través de las cámaras de la TV Canaria cómo Portillo iba a abrazarse a cada uno de sus compañeros y felicitarlos por el triunfo conseguido. En su cara se reflejaba felicidad, esa felicidad que probablemente sea el camino para que el aficionado canario pueda disfrutar del mejor Portillo que se pueda ver sobre el terreno de juego.
Todavía queda camino por recorrer y en ocasiones los planteamientos del partido no se ajustan a sus características de juego, pero el detalle comentado le honra, no sólo por la alegría que pueda tener a nivel personal por haber contribuido a la victoria y haber marcado su primer gol con la camiseta amarilla en competición oficial, sino porque por un lado acallaba la "polémica" surgida esta semana y por otro descubrimos a un jugador que tiene un alto valor del concepto de equipo, concepto siempre necesario tanto para el vestuario en general, como referente para los más jóvenes en particular.