Los amarillos fueron más prácticos que el Celta, con un segundo espléndido en el que remontaron el vuelo ante uno de los candidatos al ascenso
La UD Las Palmas logró en Balaídos una victoria de prestigio. Se impuso al Celta en un partido de laboratorio, que necesitó reconstruir después de una primera parte en la que el cuadro vigués se adueñó del balón y de todas las combinaciones del juego. En esa fase, al Celta le sobraban ideas y espacios. Triangulaba con holgura en las inmediaciones del área canaria porque tenía a un adversario que se había agazapado y que no lograba desconectar sus líneas de pase.
Pero la pegada de Las Palmas en este encuentro fue casi de un púgil 'fuera de peso'. Y, además, en la estrategia desmoronó la iniciativa de su oponente. Introdujo durante la primera parte en dos ocasiones el balón en las redes de Yoel: tras una jugada de córner que culminó Portillo como hombre-gol (significó el 0-1) y después de una falta ensayada que remató Vicente Gómez y que el colegiado anuló con un nuevo polémico fuera de juego. Podría haber sido el 1-2 en el minuto 31, pero habría sido un guarismo de ficción porque el conjunto gallego era el dueño del partido.
El Celta, en cambio, perforaba la retaguardia amarilla con las acciones de De Lucas y la velocidad de David Rodríguez, cuya movilidad causaba un apreciable desorden entre los defensores visitantes. Apenas le veían su sombra cuando éste corría a espaldas de los amarillos.
Presagiaba tormenta pero algo ocurrió en el vestuario. Juan Manuel sorprendió a Paco Herrera modificando su estructura defensiva con las mismas piezas y diseño. Y consiguió que en la segunda parte Las Palmas fuera el absoluto dominador del juego, con una línea de presión que avanzó varios metros y que aniquiló el hasta entonces fluido juego del Celta. Vicente Gómez y Javi Castellano se sentían a gusto y cohesionados, mientras la defensa estaba más arropada. Tanto que De Lucas acabó en el vestuario con prontitud porque, desesperado, Herrera buscó otras soluciones desde el banquillo cuando su cerebro acusó el agobio grancanario.
Pero ya la contienda se había teñido de amarillo. Las Palmas robaba el cuero y se lanzaba en oleadas a pisar el área de Yoel. De una genialidad de Jonathan Viera nació la mejor jugada de la tarde. Adivinó un pasillo dibujando una parábola para su amigo Vitolo que controló el cuero en carrera, fintó ante el portero pero cruzó el balón de forma excesiva cuando la portería era suya. Todavía le quedaba más pólvora a los grancanarios: Sergio recibió otro balón en el área pero lanzó al cuerpo del meta, cuando estaba a punto de inscribir su nombre entre los héroes de la tarde gallega. Ese puesto estaba reservado, sin embargo, para Ruymán. El lateral le dio sentido a todo el trabajo del conjunto grancanario cuando enganchó un balón rebotado al borde del área e hizo el tanto del 1-2. La ocasión menos esperada fue la que, finalmente, fabricó la victoria.
Las Palmas sale así de la minicrisis que sólo ha durado tres partidos. Su triunfo en Vigo sirve para crecer y, cómo no, para soñar.