El dominio de los amarillos durante una hora sólo produjo el gol de penalti de Vitolo tras malograr claras ocasiones; pero más tarde tampoco supo resolver su superioridad numérica tras la primera expulsión de Oriol
Si la UD Las Palmas hubiese practicado este sábado la puntería, el Murcia habría salido del Estadio de Gran Canaria abochornado. Pero, en un capítulo de continuas contrariedades, el equipo amarillo indultó primero a su adversario, lo puso contra las cuerdas durante algunos minutos después aunque luego no fue capaz de rematarle, ni siquiera cuando los pimentoneros se vieron obligados a encarar casi toda la segunda parte con un jugador menos. Las Palmas se recreó en exceso con el balón en los últimos metros y no atendió al episodio máximo de este deporte: el gol. El empate deja una sensación de cierta amargura porque sus méritos, especialmente en la primera mitad, no tuvieron el reflejo esperado en el tanteador. El punto sabe a poco, aunque es la primera reacción tras dos derrotas consecutivas.
El conjunto grancanario pudo haber dejado el partido sellado en la primera mitad. Salió con decisión a realizar sus combinaciones -especialmente con el dúo Vitolo y Viera- atrincherando al Murcia, que exponía todo su oficio para evitar la ofensiva local. Las Palmas combinaba, corría en vertical especialmente por el costado izquierdo, pero las jugadas no se finalizaban. Un pase de más, una indecisión en el disparo, una pierna que llegaba tarde, .. Ese exceso de confianza quizá y de escasa puntería, también, permitió al Murcia levantar la cabeza cuando en su único lanzamiento con mordiente logró ponerse por delante. Fue una falta directa ejecutada por Emilio Sánchez que sorprendió a Barbosa en su tímido intento de salir del marco para un hipotético centro.
Ese primer contratiempo espoleó, sin embargo, a los amarillos. Al minuto Guerrero lanzaba el balón al larguero, posiblemente en la respuesta más directa de cuantas oportunidades se fabricaron. Porque el resto fue una constante transmisión del balón sin que ningún jugador grancanario le otorgara el finiquito al rival y devolviera la cordura al marcador.
La igualada llegó pronto en la segunda parte: Oriol agarró a Vitolo cuando éste pisaba el área. Penalti y expulsión, con más de media hora por delante. Las Palmas empató pero, lejos de adueñarse del partido, se le escapó de las manos porque no supo cómo resolver la telaraña que Iñaki Alonso diseñó en torno a la portería murciana. El empate es un castigo a la falta de precisión canaria y también abre reflexiones en el equipo porque con circunstancias tan favorables como las de este encuentro es una lástima que dos puntos vuelen de la Isla. Es el pecado del indulgente.