Una deuda con Jim Moran
20/08/2011

Por Juan Pedro Borrego

Los pelos se ponían como escarpias cuando el pasado 22 de mayo el Gran Canaria se despedía de su afición tras caer en el play off con el Baskonia. Aquel día hubo una cantidad importante de mensajes que hacían borbotar emociones contenidas en aficionados y seguidores. Uno de esos momentos lo producía Jim Moran. Con la camiseta de su amigo Jason Klein puesta, ‘Jimbo' se despedía uno a uno de cuantos se acercaban a pie de pista a agradecer el esfuerzo de sus guerreros en la temporada. Más que una eliminatoria, el final del partido se convirtió en un espontáneo homenaje, hoy centrado en Moran.
El Gran Canaria no es ajeno a que ha debido tomar una decisión complicada y dura. Los sentimientos se enfrentan, en situaciones como estas, a las necesidades de un club que precisa, cada vez más, rentabilizar al máximo sus recursos. Diez años después de su bautizo amarillo en el Centro Insular de Deportes, Jim se convierte en un estandarte; el primero, además, que ve retirado su dorsal en el Granca; y al primero del que se anuncia un homenaje merecido por su dilatada y sobresaliente trayectoria en la entidad. Estos dos últimos detalles, que quizás para algunos se puedan entender aún como deficientes iniciativas por un hombre que ha crecido junto al club, ya son bastantes significativas como para entender lo que ‘Jimbo' ha significado para este equipo en todo este tiempo.
Su, 20 -por cierto, que el primer dorsal que llevó Moran en el Gran Canaria fue el 10-, colgará en algún lado en la sede del club o quién sabe si en el nuevo Pabellón, del que Moran también tiene parte de culpa para su construcción. Mirar para esa camiseta significará descubrir declaraciones de intenciones significativas. Jim representa una serie de valores importantes que parecen difuminadas en la sociedad actual. No sólo se trata de la ambición deportiva, que nadie se la puede negar; sino del compromiso y la fidelidad hacia una entidad y sus dirigentes con los que ha evolucionado paralelamente.
La relación Granca-Moran, como todo tipo de relación humana ha atravesado por momentos mejores y peores a lo largo de estos diez años. Nadie puede borrar de la historia capítulos como lo del plante de jugadores de hace cuatro temporadas o su rueda de prensa en junio de 2009. No obstante, estas han sido circunstancias menores. En el haber de ‘Jimbo' queda su labor extradeportiva para calmar nerviosismos inevitables en el seno de la plantilla. El anfitrión de las mejores fiestas de confraternización del equipo ha realizado trabajos balsámicos en otras circunstancias menos cómodas para la entidad.
Jim va a ser, sin duda alguna, una baja significativa en el CB Gran Canaria. Entender el primer equipo sin su presencia va a ser complicado. Su trabajo ha puesto el listón muy alto a sus sucesores. Esa es la mejor noticia que se puede desprender de este desenlace de la relación. Mejorar a Jim no sólo va a significar meter más puntos o poner tapones espectaculares detrás de un jugador que va en contraataque. La misión de Moran en el Granca fue más allá; y por eso su homenaje, cuando se produzca, también debe ir más allá. Ahora nos toca a nosotros ser aún más generosos con él.

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