El Estadio Santiago Bernabéu fue el escenario del bautismo de Santana Páez y sus asistentes, Santiago Morales y Ángel Betancor, en la élite del fútbol español en la campaña 70-71 en un Real Madrid-Granada
Se han cumplido cuatro décadas, cuarenta temporadas, del debut del arbitraje canario en la Primera División del fútbol español. José Santana Páez y sus auxiliares Santiago Morales Romero y Ángel Betancor Montesdeoca acudieron al Estadio Santiago Bernabéu el 26 de septiembre de 1970 como integrantes del primer trío isleño en la élite para dirigir el encuentro de la tercera jornada de Liga entre el Real Madrid y el Granada CF. Era el bautismo de fuego del colegiado grancanario (nacido el 11 de agosto de 1930) que de manera injusta había visto cómo temporada tras temporada se aplazaba su ascenso debido a la condición de residente en Canarias "porque los costes que ocasionaba a los clubes el desplazamiento, alojamiento y dietas de un equipo arbitral completo perteneciente a nuestra comunidad eran motivo de protestas. Y el Comité Nacional no asumió las consecuencias de esa decisión hasta aquella temporada", recuerda Santana Páez. Cuarenta años después, este equipo arbitral vuelve a reunirse a instancias de 'tinta amarilla.com' para rememorar aquel histórico momento.
MÁS CANARIOS EN EL ENCUENTRO
Ese choque de la campaña 1970-71 fue ganado con apuros por el Real Madrid ante un Granada respondón y se disputó con presencia de jugadores canarios en ambas escuadras: Antonio Betancort en el equipo blanco; Vicente González y José Antonio Barrios, entre los andaluces, quedando en la reserva el portero Ñito en este mismo equipo.
El Real Madrid formó con Borja (luego Betancort, 44 m.), José Luis, Benito, Sanchís, Grande, Zoco, Amancio, Pirri, Planelles (Fleitas, m. 25), Velázquez y Gento, dirigidos por Miguel Muñoz, más tarde entrenador de la UD Las Palmas.
En el Granada lo hicieron Blas, De la Cruz, Barranechea, Lorenzo, Santos, Fernández, Lasa, José López (Porta, m. 50), Barrios, Fontaneda y Vicente (lesionado, sustituido por Tejada, m. 20).
Los goles fueron marcados por Velázquez (1-0, m. 22), Lasa (1-1, m. 43), Amancio (2-1, m. 47), Barrios (2-2, m. 77) y el definitivo obra de Pirri (3-2, m.80).
UNO MÁS DEL RAYO
Santana Páez tuvo el infortunio de debutar en Primera División con 40 años de edad, lo que le condicionó su longevidad entre los elegidos y posiblemente cercenó sus opciones a alcanzar el grado internacional. Explica que "estuvo algunos años en Segunda División con un sacrificio personal enorme. Mis desplazamientos a la Península tenían una duración de tres semanas periodo en el que dirigía tres partidos de Liga con asistentes de los colegios donde se disputaba cada encuentro. Además, me enviaban a todas las esquinas del país: a Ceuta, Almería, Huelva, .... Aprovechaba para entrenarme en Madrid con la plantilla del Rayo Vallecano, integrándome incluso en sus partidillos como jugador", señala. "El arbitraje me hacía perder mucho dinero en mi actividad profesional (aún hoy ejerce como representante comercial) y tiempo con mi familia. Pero con la llegada de José Plaza a la presidencia de la cúpula arbitral cambió la normativa accediendo a mi ascenso y a completar el equipo de árbitros con miembros de mi propio colegio. Realizó el cambio de normativa de forma hábil, evitando las protestas de los clubes".
Recuerda el trío que aquel primer encuentro lo superaron con normalidad a pesar de lo apretado que estuvo el resultado: "El Granada era un equipo duro entonces", recuerda Santiago Morales (nacido el 14 de febrero de 1942). "Su capitán, Fernández, era un hombre que impresionaba e imponía una defensa que dificultaba a los grandes equipos". "Yo tuve que cortar a Gregorio Benito", matiza Ángel Betancor (15 de marzo de 1946), "porque al comenzar el encuentro vino a mi banda tras una jugada a echarme el público encima. Y le recordé que si mantenía esta actitud tendría problemas con el colegiado principal".
Esa experiencia de nuestros árbitros pioneros puso la primera piedra de una loable labor que aún continúa. Tras Santana Páez, siguieron Merino González, Jiménez Moreno, Rodríguez Martel, Sosa Saavedra, Brito Arceo, Alexis Pérez, ... la historia sólo empezó aquel día.
"PLAZA ME PROMETIÓ SER INTERNACIONAL PERO NO LO CUMPLIÓ"
José Santana Páez, a sus ochenta años de edad, se siente aún el Neil Armstrong del arbitraje canario luego de largos periodos de lucha por alcanzar dejar aquella primera huella en la Liga de las Estrellas. "Siempre seguí una máxima personal: un árbitro, si quiere progresar, tiene que ser honrado en cada una de sus decisiones". Fruto de esa obsesión fue objeto de su mayor polémica cuando en el Estadio Riazor vivió el momento más delicado en su trayectoria deportiva. Dirigía un encuentro entre el Deportivo y el Málaga que, a falta de un minuto, reflejaba el triunfo 1-0 de los gallegos (temporada 72-73). Pero una falta al borde del área pudo cambiar el signo del choque: "mientras miraba el reloj, Viberti (jugador del Málaga) ejecutó la falta y cuando levanté la cabeza el balón estaba dentro de la portería. Concedí el tanto del empate. Entonces se produjo un tumulto con las protestas de los jugadores del Deportivo", prosigue, "el portero Aguilar me agarró por la camiseta y me derribó. Le tuve que expulsar, al igual que al también deportivista Plaza. Sin embargo, cuando mi asistente Ángel Betancor pudo dialogar conmigo me advirtió que en la jugada polémica había dos futbolistas del Málaga en fuera de juego y que el gol no era reglamentario. Cambié la decisión y fueron entonces los andaluces quienes comenzaron a protestar. Tuve de nuevo la obligación de expulsar a Vilanova y Búa. Pero prevaleció lo justo".
Otro de sus momentos cumbres fue la tarjeta roja al madridista Amancio Amaro, uno de los intocables de la Liga española: "Ocurrió curiosamente en otro encuentro contra el Granada. Se enfrentó a patadas con Fernández y no me quedó otro remedio que aplicar el reglamento. Le dije a ambos: ¡los dos, a la calle!, sin rechistar". El Real Madrid fue uno de los clubes que excluyó de sus encuentros al colegiado grancanario.
Santana Páez estuvo a punto de alcanzar el rango de colegiado internacional en su penúltima temporada en activo. Revive ese momento: "Pepe Plaza me lo prometió así en su despacho de la calle San Agustín. Me dijo: tocayo, cuando comience la próxima temporada subirás a internacional. Sin embargo, cuando llegó el momento del nombramiento me dijo que había dado marcha atrás y que le concedía esta condición a Oliva Fortuny, del colegio catalán. La presión que había desde Cataluña fue mayor porque Canarias no la ejercía. Esa es una asignatura que dejé pendiente, pero tampoco hubo justicia conmigo", admite.
ROCES Y PIROPO DE JOSÉ MARÍA GARCÍA
El colegiado grancanario descubre que vivió algunos roces personales con el Maradona del periodismo español, José María García, quien le había dedicado algunas secciones de su célebre programa radiofónico y con quien reconoce que no sentía empatía. "Un día, en el Bernabéu, le vi venir por la zona de vestuarios y pensé: esta es la mía. Venía con una chaqueta de color marrón y las manos en los bolsillos pavoneándose. Yo me acerqué y le pregunté que quién le había dado permiso para estar allí, indicándole que debía abandonar la zona. Se puso algo nervioso y sé que aquello no le gustó ... Él me atacaba por la radio pero a mí me importaba un pepino. Incluso más tarde, en un partido del carajo entre el Atlético de Madrid y el Betis, me criticó duramente por una jugada en la que Cardeñosa quiso engañarme, tras una entrada del brasileño Luiz Pereira, pero yo no piqué. Se montó una carajera". Sin embargo, años después cuando Santana Páez se retiró del arbitraje, el propio José María García tuvo un gesto que enorgullece al colegiado grancanario. "Dijo que yo había sido uno de los árbitros más honestos que había conocido en su etapa profesional. Viniendo de quien venía, me dejó una satisfacción personal saber que el trabajo y la línea que habíamos llevado no cayó en saco roto".
Considera que básicamente los conceptos del arbitraje no han cambiado con el paso de los años aunque "para los colegiados actuales es un alivio saber que ha desaparecido la figura del 'árbitro recusado' que existía en nuestra época (los equipos tenían derecho a pedir al Comité Nacional que algunos colegiados no dirigieran sus partidos, aportando argumentos subjetivos incluso). Eso era una humillación porque cuestionaba nuestros criterios ante los clubes y los aficionados. A mí me llegaron a recusar seis clubes en una misma temporada, entre ellos el Real Madrid por una falta que señalé cometida por un codazo de Del Bosque. Yo no distinguía entre pequeños y grandes. Benito, por ejemplo, era un jugador a quien el colegiado tenía que frenar porque realizaba unas entradas en tijeras que eran muy peligrosas. Yo no le pasaba ni una", puntualiza.
EL AMAGO DE LAS TARJETAS
Tampoco hacía concesiones a los jugadores importantes de la época: "Luis Aragonés era un chinchoso. Una vez vino hacia mí con intenciones de protestar y echarme el público encima. Cuando se acercaba me llevé los dedos al bolsillo haciendo el gesto de que iba a sacar la tarjeta. Él dio media vuelta y se fue con el malhumor a otra parte. Este truco lo utilizaba porque era importante mantener la distancia con los futbolistas, aunque fueran grandes estrellas. Para mí todos eran iguales".
Considera al guipuzcoano José María Ortiz de Mendívil como su referente en el mundo arbitral mientras que en el campo de juego sintió admiración especial por el centrocampista del FC Barcelona, Johan Neeskens: "era un atleta que impresionaba y, además, un profesional que no creaba un problema a los colegiados. No puedo dejar atrás a jugadores canarios de una gran categoría como Tonono, Germán o Guedes, que siempre fueron una gran ayuda para los propios colegiados".
No observa Santana Páez que hubiera polémica arbitral por los acontecimientos de la final de Copa de 1978, cuando el murciano Franco Martínez fue muy criticado por la delegación de la UD Las Palmas a causa de sus decisiones al principio del encuentro contra el FC Barcelona: "Yo viví ese partido en los graderíos del Santiago Bernabéu como un aficionado canario más. Creo que lo principal es que Las Palmas no fue fiel a su estilo y perdió porque el rival fue mejor. Empleó un juego brusco para intentar frenar al Barcelona y el partido se le escapó. Fue una gran decepción para muchos canarios que acudimos hasta Madrid ilusionados. El equipo, sencillamente, no estuvo bien ante un adversario que sabía lo que debía hacer. Pero ya tenía un gran mérito verle disputar esa gran final".
UNA ENTRADA ABERRANTE
No obstante, considera como una de las aberraciones arbitrales la jugada registrada en el Estadio Insular en la Copa del Rey de 1997, con los mismos clubes como protagonistas. "Lo de la lesión de Miguel Ángel Valerón por aquella acción de Ferrer no tiene explicación. Díaz Vega no supo castigar como merecía la entrada del barcelonista, que se 'cargó' la trayectoria de un futbolista. No le he encontrado sentido alguno a su pasividad arbitral en la jugada. Esa imagen y el grave error del colegiado asturiano lo llevo grabado".
Santana Páez se retiró a los 47 años de edad del mundo arbitral. "En ese momento ganaba 12.500 pesetas más dietas por los derechos deportivos de los encuentros. Hoy, en cambio, un colegiado puede profesionalizarse". Su extensa vida deportiva, sin embargo, queda iluminada por ese hecho memorable que se registró en la campaña 70-71, la del alumbramiento del mundo arbitral canario.
Manuel Borrego