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Di Stéfano, tras el fichaje de Fernández por la UD

El delantero argentino descubre que una llamada de La Saeta a Héctor Rial preparó el terreno para su venida a España a través del club grancanario

  • AMARILLOS DE SIEMPRE
  • 14/01/2013 - 21:35

Manuel Borrego

El primer reportaje realizado en la Playa de Las Canteras a Teodoro Fernández (San Juan, Argentina, 26 de abril de 1948) dejó en él una profunda huella, que aún no olvida casi cuatro décadas después. Se había desplazado en 1976 hasta la capital grancanaria el periodista Héctor Vega Onésime, que más tarde dirigiría el prestigioso magazine deportivo El Gráfico -publicación centenaria de Buenos Aires- y reunió sobre la arena capitalina a la armada albiceleste de la Unión Deportiva Las Palmas. Todas aquellas escenas brotan en el recuerdo del legendario delantero argentino, de visita otra vez en Gran Canaria, que no olvida datos y hechos. "El titular de la nota fue 'La Unión Deportiva La Pampa' y en la foto caminábamos sobre la arena Carnevali, Wolff, Verde, Morete, Brindisi y yo. Es que en Las Palmas en aquella época estábamos seis argentinos, además del entrenador Roque Olsen. Fue un reportaje muy especial que aún hoy me emociona pensar en él".

Detrás de la historia de aquella venida a España hay una versión que Teodoro Fernández descubre en su entrevista con Tinta Amarilla y en ella emerge la figura de Alfredo Di Stéfano, el hombre que instó su llegada al fútbol español a través de la UD Las Palmas. "Quiero dejar claro una cosa; esto no lo había contado antes porque me une una gran relación personal con don Alfredo; para mí un señor y un gran amigo. De los argentinos que jugaron en Las Palmas en mi época, yo era el único que no había tenido presencia en la selección. Además, procedía de un club modesto como era San Martín de Mendoza, pero me había enfrentado en el 69 a Boca Juniors, cuando Di Stéfano estaba dirigiendo aquel club. Él me conoció y sabía de mis cualidades", prosigue. "Regresó a España para dirigir al Valencia y entonces contactó con Héctor Rial, por teléfono, para hablarle del delantero de San Martín. Además, mi agente en aquel entonces era Adolfo Pedernera. Y esto era una relación de admiración: Alfredo admiraba a Pedernera, Héctor Rial a Alfredo y yo a todos".


La prueba final en la UD, frente a Beckenbauer

Aquel mensaje caló en Rial, que fuera hasta 1971 entrenador de los amarillos, quien se encargó de realizar las gestiones para traer hasta Gran Canaria al delantero bregador que tenía una excelente capacidad en el remate aéreo. "Como digo, yo no tenía cartel y tuve que pasar una prueba. Pedernera me llevó a entrenar con Huracán a las órdenes de César Luis Menotti, para estar bien preparado antes de viajar a España. Rial me recibió con los brazos abiertos en Madrid y antes de traerme a la isla estuve preparándome a conciencia con él en el campo del Rayo Vallecano, en el entorno de aquel equipo. Vine a Las Palmas con todas las ganas del mundo, además de bien preparado, porque pronto empezaron los amistosos para que el club canario se convenciera de mi fichaje".

La cadena de encuentros durante cuatro semanas tenía un gran colofón: "Jugábamos contra el Bayern de Munich en el Insular. Y yo pensé: ¿pero si viene el mejor central del mundo, al que había visto en el 70 con la selección alemana, qué voy a hacer?. Tonono era un señor y fue muy listo. Habían hablado entre ellos y los capitanes del equipo tenían cierta influencia en la decisión de los fichajes. Me invitó a comer en la víspera del partido a la Montaña de Arucas. Y allí me serenó. Me dijo: Teodoro, tranquilo, la cosa va por buen camino. No te preocupes por el partido".

Cuando habla Fernández tiene una gracia natural. "Franz Beckenbauer era impresionante. Las sacaba todas, limpias, sin tocarme. Y yo hasta me enfadé, porque estaba acostumbrado a que los centrales me dieran por todas partes. Eso es así en todas partes del mundo. Pero él, no; jugaba al fútbol como nadie. Nosotros teníamos al mejor central de España también. Este domingo en la sala vip del Estadio de Gran Canaria se me saltaron las lágrimas porque vi la foto de los dos juntos aquel día (imagen de la derecha). Tonono se nos fue tan joven, ¡qué injusto!".

El desarme de una encuesta, en el inicio

Y aún después de convencer y de cerrar su licencia como jugador de la UD Las Palmas, a Teodoro Fernández le tocó vivir un episodio especial porque "como en los primeros partidos no marcaba, el periodismo de la isla se puso nervioso". Asiente a recordar una encuesta publicada sobre su participación con la elástica amarilla pero "el debate se cerró como siempre tiene que hacerse. A mí me contrataron para hacer goles y empecé a marca. Era un asunto que no tenía que ver con otra cosa que lo futbolístico". Años después, el secretario general de la entidad le recordó el principio básico de un delantero. "Estaba yo algo subido porque las cosas me habían salido muy bien. Y le dije a don Jesús (García Panasco) si no había llegado el momento de mejorar mi contrato. Él me miró por encima de las gafas y me dijo: "Es que para eso le hemos contratado, para que haga goles. El día que no sea así usted vuelve a la Argentina".

Cuando habla Teodoro Fernández de su etapa de amarillo descubre que se lo pasó en grande durante aquellos años. Siente admiración por la totalidad de la plantilla porque "éramos un equipo con jerarquía en el fútbol español. Las Palmas fue grande porque teníamos en la plantilla a jugadores excepcionales, que se llevaban como si fueran todos de la misma familia. Se nos respetaba muchísimo en todas partes, el equipo era un señor equipo".

Encumbra a Germán Dévora: "Siempre decía que cuando Germán iba a ejecutar un libre directo los demás teníamos que limpiarle la pelota para que fuera bonito en el disparo. Su toque era impecable, ¡qué calidad!". Valora también en alta estima a Félix Marrero porque "era un monstruo en toda su dimensión: feo para verlo y feo para jugar contra él. Tenía una gran clase pero la ponía al servicio del equipo. Él preparaba los partidos sabiendo que tenía que marcar al mejor jugador del equipo rival; pero no se ponía nervioso porque era un superdotado del fútbol".

"El madridista Benito me saludaba con un golpe"

Aparecen más nombres propios en el escenario de sus recuerdos. Le cuestionamos por los defensas más duros a los que tuvo que enfrentarse: "Sin duda, Gregorio Benito, del Real Madrid. Se podría decir que me saludaba casi con un golpe. Venía a la puerta de nuestro vestuario a preguntar por mí. Una vez, en el Bernabéu, me reventó contra una valla; quedé muerto. Él vino e hizo como que me iba a ayudar. Me cogió por el cabello y casi me lo arranca, mientras la gente del Madrid aplaudía porque entendía que era un gesto deportivo. Y mientras me decía en voz baja: "la próxima vez acabo contigo, argentino". Sus duelos con el central madrileño eran diferentes cuando pisaba el área blanca. Entonces "yo le decía: Bigotudo, ven acá y hazme algo para que señalen el penalti. Claro; allí, nada. Pero en media cancha te mataba".

Pero más complicado eran los partidos con el Granada de la época, entonces un clásico de Primera. "Ñito, el portero, podía jugar los partidos tomándose un helado si quería. Porque en su equipo tenían varios jugadores de manera escalonada que no perdonaban. Fernández, Montero Castillo y Aguirre Suárez. Te cogía uno y seguía el otro, luego el tercero. Fernández, además, era paraguayo y cuando se ponía a dar órdenes en guaraní es porque algo iba a ocurrir".

"Pero nosotros", añade, "no éramos mancos. ¡Estaría bueno!. Paco Castellano no dejaba pasar uno. Y Páez ... bueno, siempre le digo que hay que darle los buenos días con espinillera. El día que nació dio la primera patada". Pero, curiosamente, el jugador que más hizo sufrir a Fernández fue su paisano Iselín Santos Ovejero, del Atlético de Madrid. "Era de San Juan, como yo; casi vecinos. Pero, a pesar de nuestra amistad, era el que peor me trataba. Fui a su casa y hablé con su madre y le dije: Señora, usted es una santa, pero su hijo es ..."

"Santillana, al que tenía que cuidar, flotaba en el aire"

En aquellos tiempos el fútbol tenía esta profundidad que relata Teodoro Fernández; tan sufridor como admirador. "Reconozco que yo era un buen cabeceador, que lo hacía por potencia más que por calidad. Pero no ha habido otro como Carlos Alonso Santillana, el delantero del Real Madrid, en el remate de cabeza. Ese hombre flotaba en el aire y remataba siempre perfecto. A mí me tocaba sufrirle porque cada vez que había un córner tenía que defenderle, pero no podía con él".

De los delanteros de la época destaca otro nombre al que idolatra en la especialidad: "José Eulogio Gárate, sin duda. Por habilidad, inteligencia, rapidez, disparo, ... tenía mucho gol. Conocí grandes goleadores de la época; también Quini era uno de los mejores. Me fotografié un día con él y le dije usted es un maestro. Aprendía de ellos, observándoles. Yo era un delantero que utilizaba la potencia, que iba bien al remate e hice goles importantes o decisivos para el equipo. Se me podrá recordar por los del descenso del Deportivo o Murcia. Aunque el de Bratislava es el que marcó mi carrera en España".

A Fernández le gusta hablar de los demás más que de él mismo: "No ha venido a España otro portero como Daniel Carnevali, con tantas cualidades deportivas y humanas. Un verdadero profesional (...) Martín Marrero hacía en mi época lo que hoy todo el mundo admira de Dani Alves. Corría la banda y centraba con precisión. Yo sólo tenía que meter la cabeza. El ochenta por ciento de mis goles se los debo a él (...) A Las Palmas se le respetaba, era un equipo con jerarquía y diré la clave de su éxito de antaño: el compromiso de los jugadores con la camiseta. Eso también hoy tiene que valer de mucho" sentencia.

Carnevali, Martín, Tonono, Hernández, Félix, Castellano -de pie-, Pepe Juan, Wolff, Fernández, Germán y Felipe Martín. La grada de Naciente a reventar. 25-05-1975: Las Palmas, 3-Celta, 1 (Archivo Norberto Rodríguez)