En un partido de tantos esfuerzos individuales, duelos y decisiones arriesgadas, la actuación de Jeremía Recoba merece en esta oportunidad un apartado singular como dandy de la jornada. Entró en el campo acompañando a Jonathan Viera y se situó entonces en el puesto más avanzado del territorio amarillo. Y fue ahí donde el uruguayo entendió cómo localizar fisuras entre los escoltas del Cádiz, que encontraron en él trabajo extra tras el trasiego a que estaban sometido durante una hora por parte de Ale García.

El Recoba de la octava jornada ha dado un paso al frente en relación a sus actuaciones precedentes, dos de ellas en el once titular. Apenas llevaba dos minutos en el campo cuando remató mirando de reojo al portero, a punto de convertir el primer tanto de la jornada. Mientras estuvo en lo más avanzado desplegó desmarques, señaló pases al hueco, hizo la pared para un chut de Fuster que apuró a Aznar, fue objeto de falta al borde del área sin señalar y, además, el córner del 1-0 se produjo precisamente por una incursión suya a servicio de Kirian.

Con su movilidad Recoba no dio descanso a una defensa ya desgastada. Y en los minutos finales, cuando Jaime Mata refrescó la posición de ariete, el charrúa asimiló la doble función de defender tapando el sector derecho y también colaborar en los despliegues.

Las jornadas en el banquillo posiblemente le han hecho reflexionar sobre la realidad completa de una Segunda División que está conociendo. Y que también comienzan a conocerlo a él. Al fin y al cabo, 159 minutos en un nuevo mundo es un dato ínfimo para juicios definitivos.