EL PARTIDO DE LA JORNADA 26

24 horas antes del partido de este viernes los termómetros de Valladolid señalaban 8 grados, no el menos cuatro que pedía el entrenador local, Álvaro Rubio. Pero las previsiones para el fin de semana anuncian bajada y lluvia en algunas zonas del país.
Resulta curioso que al analizar un partido tan importante como el que tiene que afrontar la UD Las Palmas lo primero que se observa es el tiempo, porque le ha dado importante el técnico Diego Martínez. Está temeroso de que la climatología atenace o condicione el juego de sus futbolistas; lo ha dicho tras revisar la retahíla de resultados adversos que ha cosechado en Pucela la UD Las Palmas a través de la historia y que alguna explicación tendrá.
Pero lo que debe temer más la propia UD y el Valladolid no es el frío climatológico sino la abrasante situación de la parte baja de la clasificación, donde ambos conjuntos están instalados. Para el visitante es una oportunidad de reacción y a eso se debe aferrar en el intento de dar un salto con 3 puntos, cargar la mochila de moral y seguir la competición rumbo al destino que no se ha alterado.
Valladolid y Las Palmas tienen más problemas que las temperaturas bajas. Los del equipo amarillo, centrándonos en ellos, están localizados en lo básico: Una fragilidad defensiva general que no acaba de solucionarse. Y esa es la primera de las misiones que deberían obsesionar en un encuentro clave, donde Martínez ha podido recuperar a algunos efectivos (Silva, Januzaj o Cardona), aunque sin tener la certeza de que estarán al ciento por ciento.
Las Palmas debe volver a la efectividad que perdió cuando el calendario cruzó la frontera de 2025. Hacer un partido completo lleva a no ‘desaparecer’ en la contención durante fases del juego, a aplicarse en todos los aspectos de tensión para evitar maniobras rivales y estar más acertados con la puntería propia, que en las últimas semanas también, como el termómetro, ha bajado su rojo listón. Lo del árbitro o la sala VAR está fuera de control.
En Valladolid puede estar un cambio de sentido, como ocurrió en la primera vuelta en Mestalla. Y solo tiene que ver con el balón, sin más excusas.






