El Gran Canaria debutó este martes en su nueva competición europea con una placentera victoria sobre el Benfica, que en la sección de baloncesto demostró en este partido tener más nombre que hechuras. El equipo de Jaka Lakovic encontró un camino de rosas en Lisboa, merced a su buen juego y estado de concentración, combinado con la baja producción de su rival en las dos facetas del juego (61-98).

El conjunto de Jaka Lakovic encontró una primera autopista en el inicio del encuentro. Su rival tardó 3,30 minutos en anotar su primera canasta de fallos groseros en el tiro, con 10 lanzamientos errados (2 triples). Y, a 5,37, el técnico local Norberto Alves, paró el choque porque se había producido una brecha de 9 puntos en el tanteador (2-11) favorable al Gran Canaria.

Tras ese momento, Lakovic ya había relevado a 4 integrantes del quinteto titular, dejando en pista a Brussino. La diferencia creció con Angola en pista (4-16) y no parecía que el tiempo muerto local surtiera efecto alguno. Cualquier intento de reacción la cortaban los amarillos no solo por el acierto ofensivo, sino por su especial dominio bajo los tableros.

El Granca doblaba en el marcador a su rival al finalizar el primer cuarto (16-32), en el que Angola y Samar lideraban las anotaciones con 7 puntos. La siguiente parada local fue en el minuto 12,30 de juego, con un marcador desfavorable (16-40) después de un parcial 0-8 en el inicio del segundo cuarto.

El Benfica anotó sus primeros puntos del parcial después de casi 8 minutos y cuando ya no había partido, sino una exhibición del Gran Canaria (16-56). Por momentos parecía un encuentro entre los Globetrotters y su sparring Washington Generals, tal era la insultante diferencia en pista y en el marcador. El público asistente, sin embargo, lo vivía en silencio con tanta pesadumbre como los jugadores portugueses.

El marcador se fue a 24-65 al descanso, tras diez minutos realmente aciagos de los portugueses (8-33). No había tensión por la victoria y ya era cuestión de pasar los minutos con el menor número de incidencias posibles y el rodaje mayor para todas las piezas del banquillo, incluyendo al joven escolta Eetu Heinonen (19).

El ritmo de puntuación visitante decayó en el tercer cuarto, no así su autoridad en el partido. El Gran Canaria se permitió el lujo de contagiarse con los errores de su rival, contando durante los cuatro primeros minutos del último cuarto con una canasta precisamente de Heinonen.

Este último parcial fue el peor de un excesivamente relajado Gran Canaria, cediéndolo 18-11 y reduciendo a 37 puntos su ventaja final.