EL PARTIDO DE LA JORNADA 37

Las despedidas son puntuales, pero la UD es eterna
Manuel Borrego
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17/05/2025

El público de la UD Las Palmas que asiste este domingo al Estadio de Gran Canaria tiene derecho a reprochar a los futbolistas y técnicos amarillos por el destino final de la temporada. O podrá optar también a brindar un agradecimiento general por este nuevo ciclo de dos campañas en las alturas, en las que a veces hizo soñar y en otras quitó el sueño. Porque hubo de todo, aunque lo último es lo que queda.

 

El partido ante el CD Leganés supone una tarde de despedidas: Un adiós a la Primera División y un adiós sin oficialidad a los actores de banquillo y campo de juego que no van a continuar en el proyecto. Porque después del 25 de mayo, el día de la caída del telón de 2024-25, habrá un mañana y allí estará de nuevo el club de los grancanarios emprendiendo nuevas ilusiones. Las despedidas son puntuales, pero la UD Las Palmas es eterna.

 

Del descenso de 2025 el equipo se levantará, sin duda, con nuevas ilusiones. Lo hará como ocurrió en 1952, 1960, 1983, 1988, 2002 y 2018. De todos ellos, el de mayor impacto fue el de 1983 ocurriendo en la última jornada y con una inesperada derrota del Real Madrid ante el Valencia. Se vaciaba aquel el 1 de mayo el contenido de 19 años ininterrumpidos en la máxima categoría y grandes logros de Liga y Copa. Pero hubo un mañana y el equipo, antes o después, volvió a su lugar natural. Fue el golpe más duro, pero jamás el definitivo.

 

El partido ante el Leganés es el último de una campaña de resultados lamentables como equipo local, edulcorada con el triunfo ante el Atlético de Madrid y el empate frente al Real Madrid. Pero bien valdría la victoria este domingo para al menos aliviar sinsabores y enviar un mensaje en modo de resultado a una sufrido afición que ha estado al pie del cañón como nunca. O como siempre.

 

Pedir perdón ha sido una práctica habitual de los miembros del equipo, especialmente en esta segunda vuelta. Y bueno sería que lo hicieran en el campo porque las palabras, a estas alturas, ya no sirven.

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