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Opinión

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    El brillante éxito conseguido por el Rocasa Remudas en la Copa EHF de balonmano femenino, el pasado fin de semana, es el broche de oro a un trabajo de varias décadas en una modalidad deportiva que apenas cuenta con apoyo económico e institucional, lo que ha llevado a más de uno de esos emprendedores al fracaso y a la ruina. Casos como Antonio Moreno hay muy pocos. Quién le iba a decir a este profesor de educación física que llegó destinado al Colegio de Las Remudas, a finales de los setenta, que su proyecto de fundar un club, inicialmente de atletismo y luego de balonmano, fuera a llegar a cotas tan altas. Unas Remudas en unos años muy caóticos, con una juventud muy problemática, que él quizo enderezar a través del deporte. Fueron años de lucha diaria, donde Antonio era el todo en el equipo.

    Hoy Antonio Moreno puede sacar pecho por su trabajo. Puede sentirse orgulloso del trabajo realizado por él y todo su equipo, sacrificando su familia, por otra más grande, la de los jugadoras del Remudas. Pero esa persistencia de Antonio en el equipo ha encontrado con otro, muy fundamental, que es el del sponsor principal, inicialmente Exclusivas Roca y posteriormente Rocasa, que lleva veintinueve años apostando por el equipo. El presidente del consejo de administración, Antonio Roca Armas, siempre ha estado ahí, a pesar de la crisis económica, se mantuvo fiel y no dejó en la estacada al equipo, como otros sponsor de otras modalidades deportivas, Es justo resaltar en estos momentos de gloria el esfuerzo de todos, porque el éxito no es fruto de un día, sino de años, de décadas.

    Nos viene el recuerdo de aquellos años del Tirma, León y Castillo, Telde, Ingenio, etc., con aquellas ligas compuestas de muy pocos equipos, pero que año tras año se mantenían. Técnicos como Leoncio, Ringo, Antonio Alamo, y algunos más que dieron lustro en los finales de los sesenta, principio de los sententa, llegando a tener incluso una jugadora en la selección nacional, Ana María Nuez. ¡Qué época aquella!, que luego tendría su continuidad con el esfuerzo de José Antonio Nordelo en el Gran Canaria. Aquello fue la cuna de un balonmano femenino grancanario que ahora brilla en Europa. Luego hubieron otros que no dejaron apagar la vela, como si sucedió en el masculino, y gracias a ello pudimos observar, con mucha emoción, como el público del gran Canaria Arenas, por la mañana, y del Estadio Gran Canaria (27.000 espectadores), por la tarde, ovacionaban a las jugadoras y técnicos, cantandole lo de "campeonas, campeonas".

    Ahora llega la hora de los agasajos y del recibimiento de los políticos. Esperemos que las buenas intenciones y las promesas se cumplan, que no queden como sucede en las campañas preelectorales que luego es todo "bla, bla, bla". Telde, a través de su equipo balonmano, es noticia a nivel europeo y Las Remudas, gracias a ese éxito deportivo, brilla.