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Opinión

  • A lo largo de su carrera profesional Nauzet Alemán habrá tenido que superar distintas remontadas para poder doblegar al rival, no sólo en la Unión Deportiva sino también el Real Valladolid donde estuvo tres campañas. Pero ahora, a sus 31 años, afronta la más difícil de su tarea, convencer a los miles de seguidores que su error en la discoteca Chester, de la capital grancanaria, en una salida furtiva después de perder la tarde anterior ante el FC Barcelona, ya ha pasado al olvido y que quiere reecontrarse con el fútbol, reconducir su vida profesional, y volver a ser el Nauzet vitoreado.

    Independientemente que es una situación que deseamos que se pueda vivir en el Estadio Gran Canaria, la tarea que tiene el jugador de Las Mesas es bastante difícil, porque, entre otras razones, ya tiene una edad y con ello unas limitaciones. Segundo, porque las discrepancias entre Nauzet y cierta parte de la afición ya se ha vivido en el Estadio, con algunas pitadas. Es decir, ya está en el ojo del huracán. Setién lo ha vuelto a acoger con el resto de la plantilla; el club lo ha sancionado aplicando el Reglamento Disciplinario, pero ¿y la afición?. No sabemos si superará su veredicto, entre otras razones, tendrá que ser el entrenador quién lo exponga sobre el terreno de juego y creo que eso tardará. A lo mejor, como con Sergio Araujo, salga al campo en alguno terreno de la Peninsula, para si convence fuera saltar en 7 Palmas.

    Un jugador de fútbol profesional es un hombre joven con mucho dinero. Si su cabeza no está bien administrada, esa cuenta corriente le puede impedir que vea la realidad. Una realidad que le enfrenta a que muchos de sus miles de seguidores están en el paro; que, pese a ello, dejan su familia atrás para ir al Estadio a animar a sus jugadores. El jugador tiene que admitir su rol. Saber que es el espejo donde se miran cientos de niños que un día quiere ser futbolista profesional. Tiene que admitirlo y eso supone un sacrificio, debiendo contar con el apoyo de su entorno, que también se benefician de la popularidad de él.

    Esperemos que caso como éstos no se reproduzcan, además que tiene que servir para que los dirigentes de la base enseñen a esos niños que no es sólo jugar bien, golear al contrario, sentirse superior, sino también es respetar al adversario, tener un comportamiento correcto dentro y fuera del campo. Enseñarlo a que se va a exponer al enjuiciamiento de aficionados fanáticos. La verdad es que dirigir una Escuela de Fútbol es muy complejo, porque no es sólo educar al jugador, sino también a la persona. Pero lo dicho, esperemos que Nauzet afronta la remontada de este difícil partido en el que se ha visto envuelto, y vuelva a ser feliz, aquí, en su tierra canaria.