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Opinión

  • Canarias, mal que nos pese, es la última región de Europa en educación. La falta de valores, la falta de respeto, la falta de civismo o la falta de cultura campan a sus anchas en una minoría que con sus actos se impone a la gran mayoría que ve cómo su esfuerzo se desvanece la mayor parte de las veces sin que suceda nada y ni siquiera se vea atisbo alguno de poner solución a quién corresponda. Vivimos en una sociedad que camina hacia un precipicio y no lo decimos sólo por lo acontecido esta tarde en el Estadio de Gran Canaria, pero que es, sin duda, el ejemplo perfecto de lo que pasa y puede pasar.

    Una jornada que se podría convertir en histórica se ha convertido en suceso, probablemente a nivel mundial, pues lo que va a quedar es el enfrentamiento entre unos "vaya usted a saber qué", o como quedarían definidos por el léxico canario "machangos" que invadieron el terreno de juego sin que el partido entre canarios y cordobeses hubiera finalizado, y otros que, en señal de repulsa por sus actos, les arrojaban botellas de agua desde la grada. Esa es la imagen y no otra la que va a quedar grabada en la retina de quienes lean la noticia o vean las imágenes que por mor de las redes sociales circundan ya el planeta.

    En el fondo es triste y patético, a la vez que preocupante, ver como gente muy joven y no tan joven se salta las normas básicas de conducta. No hay excusa que valga, pero también, y más doloroso aún es ver gente joven de bien que lloraba de forma desconsolada al contemplar semejante espectáculo. Vimos jóvenes que no daban crédito a lo que acontecía y "maldecían" mil veces mil que la actuación de muchos alguien fuera cómplice de que su equipo, el equipo de sus padres, el equipo de sus abuelos, no consiguiera el tan ansiado ascenso a primera. Nadie pensó que el enemigo estuviera en casa...

    De todo se saca conclusiones que nos deben ayudar a ser mejores mañana y ésta es una buena ocasión para ello. Esperamos que se haya identificado, y a partir de ahí prohibirles la entrada a cualquier recinto deportivo de por vida, a quienes fueron copartícipes de cercenar un sueño, un sueño que había sacado del letargo a una isla que recuperó la ilusión después de una temporada desconcertante e irregular. Un sueño que bien pudieran haber tenido ellos, pero como decíamos no es excusa y sus actos deben ser penados.

    Lamentable colofón a una temporada que pudo haberse cerrado de forma brillante, a pesar de cómo se desarrolló, y en la que no se pudo despedir a los jugadores que en cuatro partidos hicieron desaparecer las dudas que luego se convirtieron en esperanzas. Faltó el aplauso final, pues el no ascender estaba dentro de las posibilidades, pero nunca de esta forma. Se dejaron la piel en el campo y dieron la imagen que todos quieren ver partido tras partido. Esa sí es la Unión Deportiva Las Palmas; la Unión Deportiva que se lleva en el corazón, la de las grandes tardes, la de las grandes hazañas. Hoy no salieron al campo a recibir la ovación por hacer soñar a una afición necesitada de grandes gestas, pero así es la historia: lo inverosímil volvió a ser noticia ...