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Dos ex amarillos y un enfado en Guayaquil

Rubén Darío Insúa descubre el por qué se distanció en 1991 de su técnico, Brindisi, al que ahora eleva entre los "grandes entrenadores" que le han dirigido porque "no tenía miedo a perder"

  • AMARILLOS DE SIEMPRE
  • 30/03/2017 - 14:19
Dos ex amarillos y un enfado en Guayaquil Brindisi y Rubén Insúa coincidieron en 1991 en el Barcelona de Guayaquil (Hinchaamarillo.com)

B.P.

Una historia pasó en Ecuador entre dos jugadores argentinos que fueron amarillos de la UD Las Palmas, aunque en distintas etapas. La historia hay que contarla en clave grancanaria. De una parte, Miguel Brindisi, aquel extraordinario centrocampista que lideró a la plantilla de Miguel Muñoz hacia el subcampeonato de Copa de 1978. Y de otra, Rubén Darío Insúa, el prometedor jugador de San Lorenzo de Almagro que vino a la isla tras el ascenso a Primera de 1985.

Ambos habían coincidido en el Barcelona de Guayaquil, de Ecuador. Era el año 1991, justo tres meses antes de que Brindisi terminara su ciclo con aquel equipo para iniciar una breve etapa como entrenador de los amarillos grancanarios. Pero ese es otro episodio.

Descubre Rubén Insúa, en publicación de Hinchaamarillo.com, que se enemistó con su entonces entrenador, Brindisi. Llevaba apenas unos días en Guayaquil cuando, en un partido de la Copa Libertadores de América ante Concepción de Chile, Brindisi decidió el relevo de Insúa a los 30 minutos.

"Me quedé helado, ni había visto el cartel, no lo podía creer, nunca me había pasado, iban apenas 30 minutos del primer tiempo y además no estaba jugando mal", apenas unos minutos después de que el conjunto chileno se adelantara en el partido.

Abandonó un partido

Insúa interpretó que Brindisi le acusaba de esa desventaja y entonces. "Me quedé en el banco de suplentes hasta que terminó el primer tiempo. Después fuimos al vestuario, Brindisi habló, pero yo ya no escuchaba nada, hervía de rabia. Cuando el equipo salió para jugar el segundo tiempo me quedé un instante ahí solo, agarré el bolso y así como estaba enfilé para la calle y me fui. Iba en cuero, en pantaloncito corto y en chancletas".

El futbolista abandonó a su equipo y se dirigió hacia el hotel donde residía. "Era de noche, por supuesto, empecé a caminar" hasta que se tropezó con una patrulla policial que escuchaba por la radio el encuentro que había abandonado.

"¿Oiga, usted no es Insúa...?", le dijeron. "Sí", respondió. "¿A dónde va?". Al hotel Uni. "¿A dóooonde...?". Al Unihotel. "No, espere, usted no se puede ir así, además esto es peligroso. Suba...". Y me llevaron en la patrulla. "¿Por qué se va?", me pregunta uno de los policías. Porque el técnico me sacó a los 30 minutos y me quería morir".

Rubén Darío, al que le apodan el Poeta en Ecuador, vio el segundo tiempo por televisión mientras las esposas de Brindisi y la suya estaban juntas en el estadio.

"A la hora de terminar el encuentro tocaron el timbre. Era Brindisi que me vino a dar una explicación. Quería ganar el partido y por eso puso un delantero más. No le creí nada".

La llamada del presidente

A partir de entonces se creó un distanciamiento. "No lo saludé, seguí de largo, no le hablé más. A los tres meses Brindisi se va a España, a Las Palmas, y viene Habegger". Pero Brindisi regresó al Barcelona de Guayaquil e Insúa decidió ponerse en rebeldía, sin acudir a la pretemporada de su equipo en la siguiente temporada.

Tuvo que llamarle el presidente Isidro Romero, hombre que liberó a Brindisi para que viniera a Las Palmas. Le dijo: "Yo lo traje, yo le hice el contrato, le cumplí, usted juega para Barcelona y para mí, no para Brindisi, véngase, ahí le mando los pasajes".

Insúa rompió su huelga personal y regresó al equipo. Su relación con Brindisi, a pesar de todo, no cambió por aquel hecho ante Concepción y a pesar de las explicaciones del entrenador. Hasta que se produjo su vuelta a Argentina, a través de Independiente de Avellaneda.

"Independiente contrató a Brindisi" en 1994. Y entonces Insúa volvió a Guayaquil, porque "estaba a préstamo sin cargo ni opción".
El enfado siguió y ahora, 26 años después, Rubén Darío reconoce que todo aquello pasó. "Brindisi es uno los grandes técnicos que tuve junto con Lorenzo, Bilardo, Yudica, Solari, Pastoriza, Nito Veiga, Habegger... De Miguel me gustaba una virtud que siempre destaco: no tenía miedo a perder. Arriesgaba. Aquel día me sacó porque veía que quedábamos eliminados y estaba medio desesperado. Hace poco nos encontramos en un hotel aquí en Buenos Aires, él estaba con sus hijos y nos quedamos tomando café, la pasamos bárbaro. El tiempo prescribe estas cuestiones. Son cosas de los partidos", culminó.