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Un papazo de Farías a SuperPaco

El autor de la última victoria de la UD en Primera y en el Sánchez Pizjuán recupera el recuerdo de un partido lleno de vivencias. Su tanto llegó a falta de tres minutos, en la primera jugada tras sustituir a Morete

  • AMARILLOS DE SIEMPRE
  • 06/09/2016 - 12:12

Manuel Borrego

Como recordamos esta semana en Tinta Amarilla, el Estadio Sánchez Pizjuán es el escenario donde más veces venció la UD Las Palmas como conjunto visitante de Primera División. El autor de ese séptimo triunfo, que se remonta al 2 de marzo de 1980, fue Pepe Farías (Las Palmas de Gran Canaria, 11 de junio de 1958), en un partido plagado de anécdotas que aún revive hoy con frescura, 36 años después.

Farías había debutado con los profesionales grancanarios tres semanas después de aquel 2-0 al Valencia que llevó a los amarillos de Miguel Muñoz al último liderato de Primera, en la apertura de la campaña 1978-79, antes del actual primer puesto con Setién. Y fue precisamente el técnico madrileño quien sintió en sus carnes el gol victorioso suyo ante el Sevilla, al haber cambiado de banquillo tras cubrir un ciclo brillante en el Estadio Insular.

"Me acuerdo perfectamente de aquella jugada", relata el que fuera centrocampista de la UD Las palmas desde 1978 a 1987. "Había sustituido unos minutos antes a Morete, por el desgaste del encuentro. Recuerdo que nuestro entrenador, Antonio Ruiz, no se decidía a hacer cambio mientras yo realizaba el calentamiento y el partido estaba a punto de terminar con el 0-0. Fue el Capi Aparicio -masajista de la época-, hombre de mucho fútbol, el que prácticamente impulsó el relevo (minuto 85). Me llamó y dijo: ¡venga, venga, prepárate!. Así fue cómo se decidió Ruiz".

Las Palmas atravesaba los instantes finales aguantando a un gran Sevilla. El relevo de Morete, en posición de ariete, varió tácticamente la idea ofensiva. Porque Farías no se fue a esa posición. "Me coloqué como falso nuevo. Y entonces, en la primera pelota que jugamos, Julio Suárez la recibió por la derecha y me la colocó al espacio, por el centro. Yo aparecí para controlar el balón y, cuando salía SuperPaco, lo envié camino de la escuadra. Al meta del Sevilla no le dio tiempo a otra cosa que ver cómo el balón ya estaba dentro de la portería. Como decíamos en nuestra época: fue un papazo en toda regla".

El portero del Sevilla, apodado SuperPaco, era uno de los metas más espectaculares del campeonato español en aquellos años, relevado más tarde por Paco Buyo.

Con ese tanto se apagó el conjunto hispalense. "Y su afición. Porque siempre que jugábamos en Sevilla había un gran ambiente. Sin embargo, la del Betis era más pasional".

Farías tiene marcado ese partido y ese gol victorioso en su carrera profesional. "Fue uno de los más bonitos con la Unión Deportiva de los que hice", matiza antes de descubrir que, en realidad, no estaba previsto su concurso en el viaje a la capital andaluza. "En aquella época ya estaba haciendo la mili, como alférez. Y Echarri se puso enfermo justo antes del viaje. Viajé a Sevilla y, al final, jugué esos minutos. Lo curioso es que una semana después Echarri volvió a ser convocado y como premio ... volví a Las Palmas Atlético".

El tatuaje de Scotta a Páez

El equipo saboreó esa victoria porque "aunque nosotros también teníamos una buena plantilla, el Sevilla de aquella época con Muñoz era un equipazo". Comienza a relatar a sus figuras como "Montero, Scotta, Bertoni, Juan Carlos, ... Hubo otra en ese partido que todos los jugadores la recordamos. Está relacionada con Scotta, que tenía un disparo potentísimo, pero también había truco".

Se percató Farías de que "en nuestra época, los equipos locales decidían aún el balón con el que jugar. No era como hoy, que la Liga decide por contrato cuál. El balón no era el mismo en todos los campos de la Liga. El Sevilla utilizaba uno más grande que el nuestro; tenía pentágonos de color negro y blanco. Con ese balón, el disparo del argentino Scotta era más potente todavía o más difícil de controlar. Y en el partido, durante la primera parte, se produjo una falta muy cerca del área de Las Palmas. En la barrera nuestros jugadores 'rezaban'. Pero el taponazo de Scotta se lo llevó en el muslo Federico Páez, rechazando el peligro".

Sin embargo, "al acabar el partido, más de una hora después, Páez nos enseñó su muslo y ahí estaban las señales: los pentágonos del balón de Scotta, claritos, marcados como un tatuaje. Regresó con ellos".

Pepe Farías no se ha desligado del fútbol porque ahora lo vive como espectador. Está saboreando el juego de su equipo de siempre, al que ha visto alcanzar hace unos días lo más alto de la clasificación. "Estoy disfrutando muchísimo con la UD Las Palmas. Setién ha rescatado el juego sin prisas, con mucha posesión y lo hace con nuestra gente, futbolistas de calidad a los que ha añadido fichajes que vienen para completar la plantilla. Los que he visto este año me gustan mucho; tanto el lateral derecho, como Livaja y Boateng. Las Palmas terminó con las ideas muy claras el pasado año", añade, "y está con lo mismo. Si sigue en la senda actual nos va a dar muchas alegrías".